+de 200 KM/H Seguir leyendo Silvia Marte y David de Flores son los artífices de La Cámara Roja, proyecto artístico en torno a la fotografía que se asienta en diferentes pilares: lugar de creación, galería, escuela y laboratorio. Los artistas Miriam Hernández y José Ángel Rodríguez, exploran a través del estudio creativo Número 26 diferentes disciplinas: decoración, grafismo, imagen gráfica… Miriam Hernández y José Ángel Rodríguez, de Número 26 © Leaf hopper Carolina Parra y Nacho Ruiz dirigen la galería T20, espacio sinónimo de riesgo artístico en la ciudad. Carolina Parra de T20 © José Filemón. Una ciudad que presume de haberse convertido en “un her-videro de creatividad, esfuerzo y garra”. Así lo atestigua la arquitecta Laura Ortín, señalando que ese “torrente” provie-ne, sobre todo, del mundo del arte. Laura decidió formarse en València, en Madrid… y en Bruselas, con la intención de contar con “una perspectiva más amplia del mundo”, pero regresó a su ciudad natal para materializar su identidad pro-fesional y personal: “Volver me facilitó la posibilidad de con-ciliar, gracias a la red familiar con la que cuento y a que, aquí, la escala urbana es más amable”. Es representante de una buena oleada de arquitectos con debilidad por lo local y con proyección universal. Nombres como Blancafort y Reus, los estudios XPIRAL, Santa Cruz, MAGICARCH o el tan soli-citado Manuel Clavel. Este último, ha logrado que desde Miami hasta Dubái se fijen en su trabajo, como uno de sus últimos edificios en Murcia que parece sacado de la mismí-sima ciudad de Las Vegas: Odiseo (Avenida Juan de Borbón, 224), el último centro gastronómico y de ocio de la ciudad. Historia recuperada y nuevos edificios Estos profesionales amplifican el patrimonio de Murcia, donde, desde hace siglos, ya confluían, por ejemplo, una obra cumbre del barroco español, su Catedral (Plaza del Cardenal Belluga), y el icónico Real Casino (calle Trapería, 18), construido a mediados del XIX y donde se reúnen ele-mentos modernistas con un patio inspirado en los salones reales de la Alhambra granadina. Nada menos. Pero el capi-tal arquitectónico de la ciudad fue aumentado con el paso de los años. Gracias a grandes nombres de la arquitectura, como Rafael Moneo –quien firmó en los 90 la ampliación de la Casa Consistorial (Plaza del Cardenal Belluga, 4)– o Juan Navarro Baldeweg, quien ya en los años 80 remodeló un his-tórico edificio del siglo XVIII, los Molinos del Río Segura, para convertirlo en Museo Hidráulico (Calle Molinos, 1). La recuperación de edificios de interés arquitectónico busca aquí convertirse en norma. Una voluntad que, además, se está aprovechando para que algunas edificaciones sean el refugio donde se encuentre la cultura contemporánea. Así ocurre, por ejemplo, con el antiguo Cuartel de Artillería (Calle Cartagena s/n) o con la Cárcel Vieja (Avda. General Primo de Rivera, 2), inaugurada hace apenas unos meses. “Es fundamental que las ciudades se construyan desde el rescate de los edificios que tengan un valor histórico y arqui-tectónico”. Quienes así lo defienden son Miriam Hernández y José Ángel Rodríguez. Ambos artistas decidieron crear el estudio creativo Número 26, que definen como “un espacio físico y mental creativo multidisciplinar, donde trabajamos en diversos campos, como el interiorismo, el diseño gráfico y de producto, editoriales… utilizando un lenguaje en el que intervienen arte, artesanía, diseño, experimentación y las cul-turas urbana y popular”. Eclecticismo es, de nuevo, la pala-bra que más se podría repetir. Estos artistas, a la hora de sugerir por dónde transita la van-guardia murciana, dirigen su mirada multidisciplinar a las propuestas artísticas “imprecisas, abiertas y trasversales” del Espacio Incógnita (Calle Siervas de Jesús) y, sobre todo, del Centro Párraga, ubicado también en Cuartel de Artillería, “un must en la programación artística de la ciudad”, como así lo considera Carolina Parra, propietaria de la Galería T20 (Calle Victorio, 27). El arte como medida de todo Carolina estudió arte en su Murcia natal y en Roma, hasta que en el año 2000 abrió, junto con Nacho Ruiz, su galería. Una trayectoria cosmopolita que la coloca como voz más que autorizada para constatar que en la ciudad “pasan muchísi-mas cosas a nivel de creación. La forma de hacerlo diferente se debe a nuestra condición de periferia, que te aleja de crear en ciertas líneas preestablecidas”, asegura la galerista, que aconseja detenerse en la obra de artistas como, por ejemplo, Sonia Navarro, María Carbonell, Fod, Miguel Fructuoso o grupos como Crudo Pimento o Second. “Murcia ni es grande ni pequeña, lo que posibilita cierta libertad, pero también una relación familiar con la ciudad y sus gentes”. Lo constatan Silvia Marte y David de Flores, de La Cámara Roja (Calle Luis Fontes Pagan, s/n), “la casa de la fotografía”, un proyecto artístico que se hizo realidad en Vistabella, “un pueblo dentro de la ciudad”. O “un escenio”, como lo define a Silvia Marte, recordando que el término se empezó a utilizar a principios de siglo para aludir a ese proce-so orgánico que permite que “diferentes profesionales se reú-nan un el mismo lugar y se pongan a crear de forma paralela”. Porque Vistabella – concebido como ciudad jardín a finales de los años 40– es, hoy por hoy, “el barrio más interesante y en boga de la ciudad”, donde se asientan arquitectos, artis-tas, ilustradores, músicos, actores, bailarines, fotógrafos… dispuestos a definir “una nueva Murcia”. No la única, claro, porque, como asegura Laura Ortín, “hay muchas Murcias”. Tantas, seguramente, como las que provoque la curiosidad de quienes viven en un lugar único, ya que tan solo aquí, y como recuerdan Miriam Hernández y José Ángel Rodríguez, es posible comprobar cómo “la ciudad se funde con la huerta”. De la vanguardia hasta el origen.