Texto Rosa Alvares Para la artista, modelo y actriz, viajar es un modo de contemplar la realidad desde el asombro; también una aventura que nutre su inspiración. Su tierra, Galicia, también forma parte de ella. Convertirse en modelo a los 20 años hizo que Alba Galocha (Santiago de Compostela, 1990) aprendiera pronto a hacer male-tas rumbo al mundo entero. Su trabajo como actriz y su más reciente faceta de artista multidisciplinar y artesana siguen lle-vándola de acá para allá, aunque cuando más disfruta viajando es a solas: “Me encanta descubrir los lugares desde otro punto de vista, mucho más inocente e infantil, donde el asombro esté siempre presente”. Se reconoce una persona inquieta, con ganas de saber más sobre la condición humana, el afecto y la respuesta del cuerpo a las distintas emociones, tal como reflejan sus últi-mas obras de arte, en las que telas, hilos y agujas se confabulan para lograrlo, tal como comprobamos en su última exposición, El cuerpo sabe, la cabeza se resiste, en la Galería We Collect de Madrid y Barcelona. Modelo, actriz y, desde hace solo unos años, también artista multidisciplinar y artesana. ¿Has encontrado tu medio de expresión más personal? El arte y la artesanía permiten que la búsqueda y la expresión sean propias, desde mí misma. En mis trabajos como modelo y actriz, hay mucha exposición; por eso, decidí refugiarme e investigar esa energía que necesitaba salir desde otra forma. Estoy muy cómoda con este camino y el estudio sobre el cuerpo que llevo realizando estos años me está llevando a campos muy interesantes. ¿Todo parecía conducirte a este lenguaje creativo? Sí, siempre he sido una persona inquieta creativamente hablando, muy curiosa y con ganas de saber más sobre la condición huma-na, el afecto y la respuesta del cuerpo a las distintas emociones. Me he dejado llevar y pienso que toda mi formación, desde mis estudios en diseño de moda y patronaje como mi formación como actriz, me han llevado a donde me encuentro ahora en mi prácti-ca artística. Todo nutre y una cosa se alimenta de la otra. Tus obras transmiten al espectador calma, tradición y memoria. ¿Lo sientes así? Entiendo que sí porque así es como lo recibe la gente. A la hora de hacerlo, es mucho más violento, algo que me gusta y concep-tualmente casa con lo que quiero contar. En el refugio del estu-dio el trabajo es físico, casi de baile y tensión con la tela, el hilo y la máquina. ¿Galicia sigue muy presenten en tu obra? En un primer momento, Galicia, mi tierra y mi raíz, fue funda-mental para descubrir qué quería contar y desde dónde. Ahora el trabajo ha evolucionado, ya hay un estudio y conocimiento hecho de mi origen, ahora busco ir más allá. La tierra es muy impor-tante y siempre vuelvo, pero el camino actual se basa más en el cuerpo y sus motivos. Siempre encuentras tiempo para escaparte a tu ciudad, Santiago de Compostela. Además de tus afectos, ¿qué tiene esta ciudad para que merezca más de una visita? El nivel de desconexión del ruido y la distracción de la gran ciudad que me aporta Santiago, y Galicia en general, es lo más importante para mí. Es un refugio, una vuelta a la infancia y a caminar, correr y respirar el bosque. Me encanta que Santiago esté rodeado de monte por el que perderse y pasear. En el terreno gastro, ¿dónde acudiría a comer una gallega como tú? A esas ferias de comida que hay en las villas y pueblos que con-forman Galicia. Santiago es un lugar donde el arte está en cada esquina, también el emergente… ¿Dónde podemos comprobarlo? Me gusta mucho la Galería Trinta, con una gran trayectoria y reconocimiento a nivel mundial. Trabajan con artistas consagra-das que, a veces, te descubren; otras veces, te acercan a su tra-bajo, es una suerte tenerla cerca. En mi última visita, descubrí la galería Dupla, me parece que promete y ofrece artistas más jóvenes, emergentes, que trabajan otras formas y conceptos. © Alamy / Cordon Santiago de Compostela es para Galocha un refugio donde volver a su infancia para perderse y pasear por los bosques que rodean la ciudad.