Loja es una joya dentro de Granada. La llamada ‘ciudad del agua’ cuenta también con atractivos gastronómicos que abren el apetito. El cocinero del Hotel Rural Llano Piña los enumera: desde quesos artesanos hasta el exclusivo caviar de esturión. Texto JAVIer sáNCHez +chefs josé maría gijón Seguir leyendo © Fermin Rodriguez José María Gijón ha hecho del Hotel Rural Llano Piña, abierto en 2006, un referente de la ciudad de Loja, capaz de complacer al cliente de toda la vida y proponer variaciones modernas. De todas las ciudades pertenecientes a la provin-cia de Granada, pocas tienen el encanto de Loja. En sus Cuentos de la Alhambra (1832), el escritor neo-yorquino Washington Irving describe Loja como “pintoresca”, situada “en medio de un desfilade-ro que sigue las márgenes del Genil, rodeada de rocas inaccesibles, bosquecillos, prados y jardines”. Eso la convierte en una de esas direcciones que los viajeros señalan en los mapas con un “merece la pena detenerse al lado”. Como no podía ser de otro modo, la gastronomía local constituye uno de los reclamos de este enclave granadino. Entre los cocineros que hacen brillar el pro-ducto local está José María Gijón (Loja, 1983), al frente de los fogones del Hotel Rural Llano Piña (A-328, Loja). “El hotel está abierto desde 2006, pero nuestra historia familiar relacionada con la hostelería es larga. El origen del proyecto está en una venta abierta en 1945 y que contaba con una barra en la que poner vasos de vino y una tienda para comprar todo aquello que hiciera falta”. La oferta del restaurante del hotel parte de aquel origen, apegado a lo local, con una cocina en la que se utiliza mucho producto de la zona. “Trabajamos con el esturión de Riofrío, preparán-dolo a baja temperatura, pero también los espá-rragos de la zona en temporada, con el cerdo ibé-rico, o con los quesos de cabra que se elaboran en el pueblo de Montefrío, con los que hacemos un crujiente”, explica este cocinero. Entre las propuestas más demandadas por su clientela están los platos de cuchara en invier-no –”tenemos un buen potaje”, asegura–, pero también los que van al horno como el cordero. “Tenemos clientes que nos visitan uno o dos días y otros que se pasan 15 días seguidos en verano. Aquí hay mucho que ver”, asegura. Y también mucho que probar, teniendo en cuenta sus sucu-lentas recomendaciones. Dulces con sello de calidad Para golosos que gustan de probar espe-cialidades locales en Loja, Gijón recomien-da la Pastelería Santa Teresa (plaza de la Constitución, 1). “Allí preparan el tradicional rosco de Loja, un bizcocho redondo con una crema por dentro y merengue por fuera”. Más dulces loca-les: los puches, “un tipo de galleta hojaldrada con chocolate”. Puede tomarse en Casasola (Rafael Pérez del Álamo, 5) donde Víctor Sola lo ha crea-do en homenaje a una hermandad de la Semana Santa. El tapeo comienza en el Bar Quintana (carre-ra de San Agustín, 14), donde Gijón recomienda las albóndigas. También está entre sus favoritos el Flati (avenida de Andalucía, 40), que pone en valor los productos de la zona, y sus “espárragos verdes del poniente granadino salteados con huevos rotos y foie”, además de sus platos de trucha y esturión. Otra dirección indispensable es Alacena (Rafael Pérez del Álamo, 20), “donde Enrique Ruiz hace unas pizzas magníficas, con una masa casera muy fina”. La ruta del esturión Tras sacarle todo el jugo a Loja, Gijón invita a coger el coche y desplazarse a Riofrío, pueblo que ha hecho del esturión y el caviar un modo de vida. “Un buen sitio para darse un homena-je es el restaurante Paco Rama, en la plaza de San Isidro”, señala. Otra parada apetecible es la Quesería Montefrieño, en Montefrío (aveni-da Miguel Hernández, 17). “Hacen un producto extraordinario y Montefrío, además, es un pueblo precioso”. La visita a Loja no se completa sin senderismo por la “ciudad del agua”. “En Loja confluyen los nacimientos de muchos ríos, fuentes... Es obli-gatorio ponerse las botas y recorrer la zona para maravillarse”.