+de 200 KM/H “La ciudad y el carácter murciano invitan a compartir cosas en el espacio público”.Sergio Porlán, director del Centro Párraga Seguir leyendo La artista visual Rocío Kunst es uno de los nuevos y más prometedores nombres de la escena artística murciana (arriba). Casa Díaz Cassou, ejemplo de la arquitectura modernista en Murcia (abajo). Por algo, desde hace un tiempo, ya se habla en los medios del “milagro creativo murciano”, y hasta de un “efecto llamada”, porque “todo el mundo quiere exponer en Murcia. Y no solo gente de aquí”, en pala-bras de esta artista, ganadora de la 38ª Edición del Premio BMW de Pintura y que vive a caballo entre tierras murcianas y Madrid. “La cultura está sana en Murcia. Y hay un buen tejido cultural”. Lo constata el también artista, nacido en Lorca, Sergio Porlán, quien, además, dirige, desde hace once años, el Centro Párraga (Madre Elisea Oliver Molina, s/n), uno de los principales moto-res que han encendido la escena artística de la ciudad. Situado el Pabellón 5 del que fuera Cuartel de Artillería, un antiguo com-plejo militar de hace un siglo, en este “centro integral de la cultu-ra contemporánea” conviven pensamiento –gracias al Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo (CENDEAC)–, arte contemporáneo (con las diferentes salas de exposiciones) y artes escénicas (en su teatro). “Hay lugares que los conectan, y eso es lo que nos interesan”, asegura Porlán, aludiendo al Párraga como “la plataforma donde se dan todas esas prácticas creativas de la gente que está trabajando en Murcia”. La sala de exposiciones más hermosa de España Aunque, obvio, no es el único lugar que, desde hace tiempo, agita la vida cultural murciana. Ya a finales de los años 80 se desacra-lizó una iglesia barroca, perteneciente a un antiguo convento del siglo XVIII, situada junto al Mercado de Abastos de Verónicas (Plano de San Francisco, 10), para convertirla en “la más hermosa de todas las salas de exposiciones de España”, como así aseguró el pintor Antonio López. Se trata de Sala Verónicas (Verónicas, 4), “ocupada siempre por artistas consagrados y proyectos de gran envergadura”, como recuerda la artista visual Rocío Kunst. Y es que en la planta de esta antigua iglesia, y arropado por sus bóve-das, se han expuesto, sobre todo a partir del giro dado en 2008, el trabajo de, entre muchos otros, Francesca Woodman, Anish Kapoor, Eva Lootz, Juan Uslé… y hasta el director de cine Peter Greenaway. Extenso es, igualmente, el listado de enclaves que inundan el entramado artístico. Espacios como Progreso 80 (Avenida Progreso, 80), donde “he podido conocer el trabajo de artistas murcianas como Elisa Séiquer y Mabel Martínez”, destaca Rocío Kunst, o T20 (Victorio, 27) y Artnueve (Dr. José Tapia Sanz), “dos galerías que enriquecen culturalmente a la región gracias a su compromiso con el arte contemporáneo”. O edificios históricos que han mutado en museos, como el Palacio Almudí (Plano de San Francisco, 8), el MUBAM (Obispo Frutos, 12), el Centro de Cultura Contemporánea Cárcel Vieja (Av. General Primo de Rivera, 2), inaugurado hace apenas año y medio, o el Museo de Santa Clara (Av. Alfonso X el Sabio, 1), “un sitio muy espe-cial que conserva la estructura de un palacio almohade”, como así constata Sergio Porlán. Mi taller en la huerta murciana “Murcia es como aquella película que ganó tantos Oscar: Everything Everywhere All at Once (Todo a la vez en todas partes)”. Quien así lo considera es Carlos Jiménez Cenamor, artífice de DelAmorYlaBelleza, una plataforma creativa que existe que lo mis-mo puede servir como telar, para diseñar lámparas, concebir piezas de cerámica y hasta realizar fotonovelas, pero sin perder nunca la conciencia ecológica: “Murcia es muy conservadora pero también tiene una parte más radical. Son dos realidades contrapuestas que generan una creatividad bárbara”. Nacido en un pueblecito de Toledo, Carranque, Carlos ha vivido en Madrid, impartió clases de arquitectura en Londres, pero “el Brexit y el frío” –y también los amigos– le llevaron, hace cinco años, a instalarse en una nave en Puente Tocinos, en plena huerta murciana. Allí, gracias a “los ahorros de Londres”, montó su propio taller; allí también duerme (en su caravana), y allí decidió “transformar mi contexto botánico en jarrones, lámparas… Buscaba un sitio muy pequeño, evitar con-tacto con una ciudad como Madrid o Barcelona, tener un huerto, unas gallinas y hacer cerámica”, afirma. En la periferia de la periferia Parecido recorrido realizó también el diseñador y artista Alejandro Cerón. Después de 18 años en Eindhoven (Holanda), el año pasado regresó a su ciudad natal, y ahora compagina su produc-ción artística con una nueva marca de muebles que acaba de lan-zar, Fino (@somos.fino). “No tenía sentido ir a una gran ciudad, y aquí, de hecho, estaban funcionando cosas que me parecían más interesantes”. Comparte taller con Cristina Sánchez y Jesús Romero en Dinero Estudio (Mar Menor, 48, Cabezo de Torres), un espacio creativo situado también en la huerta murciana, en “la periferia de la periferia”, como Alejandro define. Los tres jóvenes artistas coinciden, como Cenamor, que en Murcia “hay muchas cosas que pasan al mismo tiempo”. Mencionan a otros creadores, como “un pequeño y combativo atelier de costura murciano”, Las Culpass (Rda. de Garay, 20), el estudio creativo Rubio & Del Amo (Simón García, 47), la ceramista María Moya, las joyas de Garra Studio… Y hablan de Murcia como “una ciudad cómoda y asumible donde la gente se retroalimenta”. Un discurso que explica la hiperactividad artís-tica murciana, y al que Sergio Porlán se incorpora añadiendo: “Es evidente que la ciudad y el carácter murciano invitan a com-partir cosas en el espacio público. Ese intercambio interpersonal, esa vivencia en comunidad es una característica que tenemos en común con otros pueblos mediterráneos”.