+ALTO Tachybaptus ruficollis © Aire Images / Getty Images. Texto Rosa Alvares Una sencilla entrada en el suelo invita a adentrarse a don Quijote en la cueva de Montesinos. El hidalgo creado por Cervantes querrá comprobar por sí solo “si eran verdaderas las maravillas que de ella se decían por todos aquellos contor-nos”. Como el Caballero de la Triste Figura, Kiko Mora Canales –responsable de Terra Laminitana, empresa de turismo en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera–, se declara enamora-do de este entorno situado entre Ciudad Real y Albacete: “En mis primeros recuerdos, con seis años, me acompaña mi padre, que me llevaba a la zona de la laguna Tomilla, al Baño de las Mulas, que era lo más parecido a una piscina natural. Hoy en día, sigue tal y como estaba cuando la conocí”. Una joya geológica del Cuaternario Como don Quijote en la cueva de Montesinos, al visitar por prime-ra vez las lagunas de Ruidera, la sorpresa es absoluta, ya que, tras atravesar La Mancha, con su aspecto seco y llano, se encuentra un paisaje lleno de armonía, mucha vegetación y diversidad de fauna. “Es uno de los espacios naturales protegidos más singulares de Castilla-La Mancha y uno de los humedales más importantes de la península, solo comparable en Europa a los lagos escalonados de Croacia”, cuenta el experto. “Una de sus singularidades es su for-mación geológica, con las llamadas barreras tobáceas y las terrazas travertínicas que rodean y delimitan alguna de las lagunas, los ele-mentos más protegidos del parque por su fragilidad. Las forman las aguas cargadas con carbonatos procedentes del acuífero, qué petri-fican los restos vegetales. Este tipo de rocas porosas se empezaron a formar en el Cuaternario, hace 18.500 años, y aún hoy siguen en constante crecimiento”. En el ecosistema de las lagunas de Ruidera se mezcla el hume-dal con áreas de monte y bosque, que albergan gran variedad de flora, según explica Kiko Mora: “En las zonas acuáticas, abundan las especies de masiegas, carrizales, juncos y diferentes tipos de algas; en las de bosque, olmos, álamos blancos y negros, higueras, fresnos y sauces, y en el entorno de las lagunas predominan enci-nas, pinos, cipreses, sabinas, enebros, coscojas, tomillares, rome-rales, espinos y retamas”. En este escenario, la fauna es igual de rica. “Este paisaje es muy propicio para la nidificación de aves y su parada durante las migraciones, así que avistaremos somormujos, zampullines, patos colorados, ánades reales, porrones moñudos, carriceros tordales, garzas imperiales, águilas perdiceras y cule-breras, búhos reales y avutardas. Entre los mamíferos, algún gato montés, zorros, jabalíes, cabras montesas, ciervos, musarañas, lie-bres, erizos o nutrias. Y el barbo, la carpa y el lucio son los peces que destacan en las aguas”. La Quebrada del Toro y la ermita de San Pedro Las lagunas de Ruidera también invitan a caminar para descubrir parajes únicos como la Quebrada del Toro, una amplísima grieta, al margen derecho de la laguna de San Pedro, formada a raíz de un movimiento sísmico, y la ya citada cueva de Montesinos, don-de se puede realizar una ruta para ver las formaciones geológicas y la variedad de murciélagos que la habitan. Además de disfrutar de cascadas, ríos y manantiales que, junto a las aves, ponen ban-da sonora a la visita. Y, si se echa de menos la mano del hombre, siemprese puede hacer una escapada al castillo de Rochafrida (cerca de Ossa de Montiel), a la próxima ermita de San Pedro o a la Venta del Celemín, lugares donde, por cierto, dejaron su huella don Quijote y Sancho Panza. Pero esa es otra historia… Entre las aves que reinan en las Lagunas de Ruidera, destacan los zampullines .