Texto JAIME LORITE +alto A lo largo y ancho de la provincia de Córdoba quedan las huellas de tiempos convulsos, las tensiones, las batallas, el paso de diversas civilizaciones y la no siempre amigable cesión del testigo a los siguientes ocupantes del terreno. Paradójicamente, ello se ha materializado en la herencia de un inmenso, bello y mestizo legado patrimonial de incalcula-ble valor artístico. “La temática defensiva ha sido una cons-tante en la historia de la humanidad. En Córdoba hay cons-trucciones de muchas épocas, algunas iniciadas en el período ibérico, otras que se agrandaron o rehicieron en época roma-no, así como otras de época musulmana y época cristiana, de estas dos últimas sobre todo en la frontera con el anti-guo Reino nazarí de Granada”, recuerda el historiador Julián Hurtado de Molina, cronista oficial de Córdoba y presidente del Instituto Andaluz de los Castillos. Es el caso del castillo de Zuheros, en el municipio de mis-mo nombre, situado en la cima de un risco. “En esa zona predominan las torres vigía. Se situaban en cerros elevados, de manera que pudiesen vigilar los pasos y los caminos y avi-sarse con señales”. Conforme dejaba de existir un enemigo o una amenaza directa, los castillos fueron adquiriendo un carácter señorial y sirviendo a otros usos, lo que también alte-ró su aspecto. En el caso de los castillos de Bujalance o de Hornachuelos, hubo incluso gente sin vivienda que se hizo chozas de ladrillo en los alrededores, acopladas en la muralla. Las propiedades privadas, en otros casos, hicieron un flaco favor, apunta Hurtado: “Si el dueño de un castillo vivía en la Corte, en Madrid o en Valladolid, y venía de higos a brevas, pues el mantenimiento iba cada vez a peor”. La restauración de un pasado emocionante Restaurar un castillo no es barato ni fácil y, pese a que parez-ca lo contrario, es algo relativamente reciente. “Tenemos una visión un poco adanista de la conservación del patrimonio. Pensamos que durante siglos y siglos ha habido un interés público a la hora de restaurar o mantener monumentos, pero ese afán de restauración tiene 100 años escasos”, matiza el historiador, que destaca la labor desarrollada, tras la llegada de la democracia y el Estatuto de Autonomía, por ayunta-mientos y diputaciones provinciales, en colaboración con la Junta, que declaró Bien de Interés Cultural a todos los casti-llos. Es gracias a ese trabajo por el que Almodóvar del Río puede presumir de un castillo espectacular, escenario de la séptima temporada de Juego de tronos (representaba prin-cipalmente Altojardín, sede de la casa Tyrell). En 2019, el año previo a la pandemia, acumuló 80.000 visitas, esti-muladas también por sus recreaciones teatrales históricas. “Precisamente, ese castillo es casi una reconstrucción rea-lizada en el siglo XIX por parte del marqués de la Motilla, cuando se le pidió que lo restaurase. Sin embargo, ahí está y es emblemático”, señala Hurtado que, a la hora de hablar de valor artístico, se queda con el de Belalcázar, situado en dicha localidad: “Yo lo llamo el Medina Azahara de los cas-tillos. La Junta de Andalucía está realizando un trabajo muy interesante allí. En general, las restauraciones requieren mucho esfuerzo, tiempo y dinero. Los ayuntamientos han sido pioneros en estas inversiones y la línea que llevamos en los últimos 40 años es muy positiva”. Portones abiertos a las visitas Actualmente, Córdoba cuenta con algo más de una treinta de castillos visitables, con una ruta en la zona norte de la pro-vincia y otra en el sur. Algunos cuentan con visitas guiadas, mientras que otros dependen de la voluntad del propietario, si bien el historiador Julián Hurtado insiste en que eso no significa que no se pueda entrar a ellos. “El Instituto Andaluz de los Castillos, por ejemplo, vamos dentro de unos días a ver el castillo ducal de Espejo. Le hemos preguntado al dueño y no nos ha puesto ningún pro-blema. No todo es blanco o negro. Lo mismo ocurre con otros castillos que son titularidad de la Junta, si el que quie-ren ver está cerrado y llaman a la Delegación de Cultura de la Junta en Córdoba, normalmente pondrán a su disposición a alguien para enseñarlo”, aclara. Porque, si no se le pueden poner puertas al campo, a la historia tampoco. © Prisma by Dukas Presseagentur GmbH / Alamy Stock Photo. El castillo de Belalcázar, de estilo gótico-militar (siglo XV), es el más alto de la península, con una altura de 47 metros en su renacentista torre del homenaje.